La persona que quiere prestar un servicio a los demás no
puede simplemente leer las cartas. Cuando
alguien viene a hacer una consulta, es porque necesita ayuda. Hay que leer las
cartas del derecho y del revés aunque los significados se multipliquen.
El Tarot es un medidor vibracional. Con él exploramos o
determinamos la situación de un sujeto y explorar la línea del tiempo en que el
sujeto se encuentra, para ayudarlo a salvar un obstáculo en esa línea del
tiempo, o bien ofrecer una nueva alternativa.
El consultante vibra a una frecuencia determinada. Por
resonancia armónica podemos saber qué posibilidades hay de que aparezca algo en
la vida de esa persona, que lo trascienda o un consejo para crear en la línea
de tiempo por las que se puede manifestar o hacerle saltar a otra línea de
tiempo.
Por ley de atracción las cartas nos reflejarán esa
vibración, traduciendo la información del sujeto. Estará condicionado por el
pasado. Por eso la tirada del tarot suele contemplar presente, pasado y futuro.
Lo que ahora vive viene condicionado por pensamientos, palabras, obras u
omisiones en su vida.
El Tarot funciona por principio de vibración, y la ley de la
atracción. No es magia. El tarotista traduce la información codificada de las
cartas.
Es aconsejable tener una baraja para los demás y otra para
nosotros.
El reconocimiento de las cartas consume energía mental. Si
lo vas practicando con asiduidad, te quedas poquito a poco con la simbología.
El tarotista debe utilizar técnicas de protección
energética. No podemos empatar con las vibraciones del consultante. Nuestra
vibración ha de ser superior. La protección energética mantiene nuestra pureza
electromagnética y nos protege de la subjetividad.
Algunos tarotistas colocan encima de la mesa una vara o pirámides
de lapislázuli cuando trabajan. Otros
colocan también una foto suya en la caja para conectar la baraja con la
persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario